El aposto Pablo se encontraba prisionero esperando nada màs y nada menos que ser juzgado ante el emperador romano de aquel tiempo. Este emperador fue Nerón, un hombre conocido por su crueldad.
Cuando Pablo escribe sus cartas a las iglesias de aquel tiempo siempre lo hace con la firme convicción que Dios tiene el control de todo. En la carta a los Efesios dice:
3:1 Por este motivo yo Pablo, soy prisionero de Jesucristo a favor de ustedes los gentiles.
De esta frase se pueden observar dos situaciones:
1. Pablo no se victimizaba considerándose como un prisionero romano, Pablo se sabìa y se sentía prisionero de Jesucristo. El miraba a través de otro cristal, el cristal de la fe. No había tristeza en su afirmación antes bien había satisfacción de poder ser un preso de Jesús.
2. Pablo conocía muy bien su llamado. El era el apóstol de los gentiles. El cumplimiento de su llamado no estaba sujeto a las circunstancias. Màs bien Pablo aprovechaba las circunstancias para cumplir con ese propósito. El no perdió el tiempo lamentando sus prisiones, antes bien las viò como una oportunidad para cumplir su llamado.
Todo depende del cristal con que se mire. Las pruebas, los obstáculos, los problemas pueden ser vistos como puertas abiertas para que Dios cumpla en nosotros sus propósitos divinos.
La confianza en Dios nos liberà y nos hace vencedores.