Estamos casi al final de otro año. Probablemente el año que termina ha tenido los altibajos normales de la vida. Todos los años debemos responsabilizarnos por las buenas o malas decisiones que hayamos tomado, sin embargo resulta muy difícil asimilar las consecuencias de las malas decisiones, revivimos una y otra vez los errores pasados, como que eso pudiera cambiar en algo las circunstancias presentes. El verdugo de la culpa nos mantiene incapaces de proyectarnos hacia el futuro.
Cómo debemos afrontar las consecuencias de nuestras malas decisiones? Bien, debemos tener presente que se trata de aprender de nuestros errores, aceptarlos, reparar daños, si eso es posible, pedir perdón, sobre todo a Dios y entrar con nuevos brillos al partido de la vida. Este año que está por iniciar, tómalo como una nueva oportunidad que Dios te pone, mantén en alto tu cabeza y confía en aquel que siempre está dispuesto a decirte: ¡adelante, el juego de tu vida apenas empieza.!!
No debemos minimizar nuestra responsabilidad pero tampoco maximizarla tanto, que nos impida correr hacia adelante. El apóstol Pablo decía:
Hermanos, yo sé muy bien que todavía no he alcanzado la meta; pero he decidido no fijarme en lo que ya he recorrido, sino que ahora me concentro en lo que me falta por recorrer. Así que sigo adelante, hacia la meta, para llevarme el premio que Dios nos llama a recibir por medio de Jesucristo. Filipenses 3-13,14-
Pablo asumió con responsabilidad su pasado, pero decidió dejarlo donde debe estar y proseguir hacia adelante, hacia nuevas oportunidades, hacia nuevos proyectos. Así que recuerda, el juego apenas empieza, prepárate, salta a la cancha y recibe con entusiasmo este nuevo año que te espera.
Salta a la cancha con plena confianza!! |