domingo, 10 de julio de 2016

Todos se fueron.



Tengo muy presente las travesuras que de niños hacíamos.  Solíamos tocar timbres y luego salir corriendo.  Solíamos cortar flores de los jardines de los vecinos y huir antes que nos controlaran. Algunas veces las cosas salían muy bien y lográbamos nuestros objetivos, hacer travesuras sin que nadie nos viera.   Otras veces no fuimos tan afortunados. Cuando alguien era sorprendido tocando un timbre o cortando una flor, todos salían huyendo dejando solo a aquel en quien había recaído el turno para liderar la travesura.
 
Todos se fueron, todos corrieron, todos huyeron, y solo uno se quedaba para soportar el regaño, la amenaza y la acusación ante los enojados y decepcionados padres.  Por supuesto, estoy hablando de travesuras entre niños.
 
  Ahora que somos adultos muchas veces afrontamos problemas, dificultades que nos dejan solos también.  Aquellos que creíamos incondicionales, no están.  Aquellos a los cuales nosotros apoyamos en el pasado, se han ido.  Podemos dar un vistazo alrededor y descubrir con gran decepción que TODOS SE FUERON.
 
La Biblia en el salmo 27:10 nos dice:
 
Aunque mi padre y mi madre me dejaran,
Con todo, Jehová me recogerá.
 
Esta es una promesa, que aún en las situaciones más difíciles de la vida, que aún cuando hayamos cometido una travesura, Dios no saldrá corriendo. Dios no huirá.   El siempre se queda para ayudarnos, para apoyarnos y para sacarnos adelante.
 
 
Dios no se va.
 

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